miércoles, 6 de junio de 2012

.

Por todas esas veces que he querido correr, huir de los problemas. Por todos esos errores, tropiezos, que me hicieron daño, que me enseñaron lo que es el dolor. Por todas esas veces que me he sentado en el suelo y he llorado hasta que no quedaban más lágrimas en mi cuerpo. Por esas personas que me hicieron la vida imposible. Por esas veces que, rodeada de gente, me he sentido completamente sola, vacía, perdida...Así empezaría el primer capítulo del libro de mi vida. Y sí, tengo casi 20 años y podría llenar capítulos y capítulos de errores y tropiezos, de llantos y de tachones, porque ¿Qué es la vida si no  un libro por escribir? Nosotros mismos tenemos la pluma con la escribiremos nuestro paso por este mundo, y somos libres de tachar, borrar, cambiar o eliminar por completo cualquier capítulo que consideremos pasado, enterrarlo en lo más profundo de nuestro subconsciente y estar seguros de que jamás reaparecerá. Podemos arrancar las páginas que no nos gusten y romperlas en pedacitos, hasta que sea imposible volverlos a juntar, podemos lanzarlos al viento y que él mismo decida donde irán a parar. Del mismo modo podemos añadir más páginas, podemos escribir en páginas de acontecimientos ya pasados e intentar solucionarlos en el presente, aunque no siempre sea posible. Que jamás digan que no lo intentamos, que no escribimos hasta que la pluma se quedase sin tinta, que jamás nos acostamos tarde por escribir. Quizás no consigamos cambiar nada en sí, pero lo que si podemos cambiar son nuestros sentimientos hacia ese algo y dejar de recordarlo con dolor, si no como algo que disfrutamos y una parte importante de nuestra vida.
En resumen, nosotros somos los dueños de nuestro libro de páginas en blanco. Somos, de la misma manera, dueños de la pluma de tinta infinita que escribirá sobre esas páginas vacías. Jamás dejaré que nadie me robe la pluma y escriba por mí, porque este es mi libro y estos capítulos de mi vida los escribo yo. Y esto voy a hacer a partir de ahora, cada vez que mi día no sea de mi agrado, lo voy a escribir en una hoja que voy a arrugar, voy a romper y voy a lanzar al aire y voy a ver como se van volando todo lo que me ha hecho sufrir, todo lo que me ha hecho llorar. Para olvidar, primero hay que recordarlo todo.