domingo, 14 de octubre de 2012

Vamos, salta.

Allí estoy yo, 4 tiernos años, de pie en la mesa del salón. Mi padre me espera con los brazos abiertos y un "Vamos, salta, yo te cojo" Todavía dudo si saltar o no. Tengo miedo, pero mi papá está ahí, no dejará que me pase nada. Adelanto un pie y decidida doy un salto. Mi preocupación se convierte en carcajada y poco después en miedo, mientras veo que mi padre se aparta y, de repente, me siento sola, cayendo al vacío. Por suerte caigo en el sofá y lloro. Lentamente papá se da la vuelta y flojito me dice: ¿Ves? Para que no te fíes ni de tu propio padre.

Y así aprendí yo la dura lección de la vida.