domingo, 10 de febrero de 2013

El caballero y sus tres flechas


"Cuentan, hijo, que una noche, tres flechas fueron lanzadas con un único propósito, ser encontradas. 
La primera flecha tenía el nombre de una princesa encerrada en un castillo. El caballero la amaba con toda su alma. Ésta fue lanzada en dirección al lugar más alto del reino, el lugar en el que el caballero besó a la princesa. La segunda flecha llevaba el nombre del caballero, y fue lanzada en dirección al reino cercano, dónde el caballero libraría la más importante de sus batallas. Y la tercera, hijo, la tercera era la más importante. Esa flecha era la del futuro, un futuro que podrían tener juntos.
Una vez lanzadas, el caballero se armó de valor y luchó contra la maleza y las ramas de los árboles para encontrar sus flechas.
La primera apareció de casualidad, como lo había hecho su princesa tiempo atrás. Se sintió aliviado y a la vez asombrado por la facilidad con la que la flecha se le había aparecido.
 La segunda flecha fue la más costosa, pues era la suya propia y él llevaba demasiado tiempo perdido. El caballero usó todos sus conocimientos adquiridos en mil batallas y tras una búsqueda exhaustiva, encontró la flecha y, con ello, a sí mismo. 
Y por fin, quedaba la más difícil, el futuro. El caballero pensó rendirse varias veces. Hijo, pensarás que los caballeros nunca lloran, pero éste lo hizo, después de muchos años sin que una lágrima acariciase su mejilla, esa noche, el caballero lloró. Cansado, helado por el frío y sin esperanza, el caballero se recostó en un árbol, y cuando se quiso dar cuenta, allí estaba la tercera flecha. En ese momento, el caballero se dio cuenta de que la perseverancia, al final, da sus frutos. Por muy duro que sea el camino, por muy largo y cuesta arriba, no debía rendirse nunca. Él encontró sus tres flechas, y no solo eso, mi amor, se encontró a sí mismo aquella noche”

Ahora, a dormir, ratoncito. Buenas noches. 
Me levanté de la cama, le di un beso en la frente y cuando me dirigía a la puerta de aquella habitación, esquivando juguetes, oí su vocecita:
- Mamá, ¿Qué pasó con el caballero y su princesa?
Y en ese momento, supe qué contestar…
- Hijo, ese cuento está todavía por escribir…

sábado, 9 de febrero de 2013

Me perdí


Me perdí, ciertamente lo hice. Me perdí en el cruce de tu aroma y tu piel, me perdí en la curva de tu sonrisa. Me perdí en el quinto lunar de tu espalda, en el quinto beso. Me perdí con la melodía de tu voz. Me perdí en la octava caricia y en el primer "te quiero". Y tanto me perdí, que todavía sigo buscándome.