domingo, 18 de noviembre de 2012

Yo creo en las segundas oportunidades.


La reflexión de hoy es sobre esos animales de compañía que te ofrecen amor incondicional.

Mi amor por los animales viene de lejos. Cierto es que esos que tienen más de 4 patas me dan bastante repelús. En cambio, cualquier animal peludo llama mi atención.
Recuerdo cuando era pequeña y mi amiga Laura y yo corríamos a jugar con cualquier perro que apareciese por la calle. Nos acercábamos al dueño y preguntábamos: "¿Muerde?"
En fin, que soy una pesada y no llego a lo que quiero contaros...

Hace unas 3 semanas tomé una decisión que, sinceramente, me ha marcado. Ha marcado un antes y un después en mi vida. Si antes me gustaban los animales, ahora incluso más. Me ha hecho ser más fuerte. He aprendido muchas cosas y espero seguir aprendiendo. Hace tres semanas, como iba diciendo, me apunté como voluntaria en la protectora de animales de mi ciudad. Jamás me imaginé que cuidar de perros diera tanto trabajo, pero así es, y lo cierto es que no hay suficiente gente para tantos perros. Poco a poco me he ido aprendiendo algunos nombres y algunas historias horribles...
No puedo evitar que se me llenen los ojos de lágrimas al escribir esto, imaginando lo duro que habrá sido para algunos animales el hecho de haber sido abandonados, tirados en la calle, pasando frío, hambre y soledad.
Pocas cosas odio yo en este mundo, pero una cosa tengo clara y es que todo ese odio lo dirijo a esos "dueños", por llamarlos de alguna manera, que se cansan de sus animales y los largan de su casa. Esas personas merecen vivir con esa pena eternamente. Para mi, abandonar a tu mascota es casi tan grave como matarla.
Al contrario de lo que la gente cree, los perros que hay en la protectora no son nada agresivos, ni violentos, ni muerden. Son tranquilos, juguetones, amigables...son perros. A pesar de todo lo que han vivido, siguen allí, dispuestos a jugar cada vez que quieras, moviendo el rabo. Siguen allí, esperando una segunda oportunidad.
Si el mundo fuese justo, la mayoría de esos perros a los que paseo los domingos, deberían estar en una casa, con una familia. Pero todavía hay gente que prefiere comprar sus mascotas porque quieren que sean preciosos, altos y con tonterías varias. Creedme cuando os digo, que los perros más simpáticos son los que no tienen raza, pero tienen cuatro patas, pelo y rabo como todos los perros. Cariñosamente los llamo "lindos pulgosos" y creo que saqué esto de la película de "La Dama y el Vagabundo" de Disney. Y me baso en mi experiencia personal...


Hace un año, fuimos a un veterinario a llevar a mi ninfa papillera porque llevaba varios días sin cantar y estaba como triste. Una vez allí, vimos a 4 cachorros que dormían sobre periódicos mojados. Uno de esos cachorros levantó la cabeza, y al vernos a mi hermano y a mi, se levantó y fue corriendo al cristal para jugar. Tenía una mancha rosa en la nariz y jugaba a cogerse la cola mientras ladraba. En ese momento, algo en mi interior de dijo que esa perra tenía que venirse conmigo. Llamé a mi madre y vino a verla. No miento si digo que esa perra enamoraba a primera vista. La adoptamos y le pusimos de nombre Kira, que es el equivalente en ruso a Helena en griego, que significa "Luz". Un año después, ella es la única que salta corriendo cuando toco a la puerta para venir a saludarme, es la única que cuando me ve llorar, viene y se sienta a mi lado, es la única que, a su manera, me entiende. Y jamás, repito jamás sería capaz de abandonarla.








Yo creo en las segundas oportunidades, 
y esos perros se la merecen más que nadie.



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