lunes, 4 de abril de 2011

Mi cárcel.

Sentada en uno de los muchos sillones incómodos del cercanías le rondaba un pensamiento...Una nube apocalíptica de cosas. Y es que lo sabía, ella era una caja, llena de cosas inútiles, pero que juntas hacían su función perfectamente, como el mecanismo de un reloj...¿Acaso era esto nuevo? Nada nuevo, nada. 
Estaba rota por dentro, destrozada, pero ella todavía mantenía su sonrisa por fuera. Ella nunca había sido de mostrar sus sentimientos...Nunca había llorado en público, nunca pedía ayuda, incluso cuando realmente la necesitaba. Ella dejaba pasar el tiempo. Ella disfrutaba con el Sol. Ella amaba la música. Ella adoraba leer, y todo lo que eso suponía...
...El tren paró en seco, y poco a poco fue abriendo los ojos, y tras unos segundos, pudo ver a través de la ventana...
Un prado verde, soleado, flores, muchas flores de mil colores que se le antojaron como un arco iris en el suelo. Un lago cristalino que completaba el escenario de postal. 
Demasiado real para ser cierto, demasiado irreal para sus pensamientos.


La gente había desaparecido, estaba ella sola, acompañada del sonido de los pájaros, del viento y del olor a libertad...Esa libertad que tanto había ansiado durante mucho tiempo, esa libertad escondida, esa libertad que se fue y jamás volvió. Corrió y corrió durante horas, gritó y saltó. Descargó toda la adrenalina de su cuerpo...
Y para cuando se quiso dar cuenta de que estaba completamente sola, era demasiado tarde...No había tren alguno, no había sol brillante, las flores estaban marchitas y negras, el agua del lago ya no era transparente, era horriblemente verde, y ya no estaba tranquila, se movía, círculos que ampliaban su diámetro, hipnotizantes...Aunque esa sensación desapareció pronto, tan pronto cuando vio que unos ojos se abrían debajo de las ondas...
Corrió, corrió todo lo más que pudo, pero no de libertad, corrió presa por el pánico. Ese era el mundo que estaban creando, destruyendo la belleza y transformándola en todo menos bello.
Bloqueada por tanta nube de pensamientos, sus articulaciones no coordinaron, perdió el equilibrio y cayó. Y cuando su cabeza toco el suelo, se dio cuenta de una cosa...
Todos somos prisioneros. Todos tenemos sueños o pesadillas, que nos atrapan y no nos dejan salir de nuestra cabeza. Nuestra mente es nuestra propia cárcel.
La despertó el sonido del tren, llegando a su destino.





4 comentarios:

... dijo...

Me gusta la sensación que me da de ser ella... creo que todos nos aprisionamos en nosotros mismos, me identifique mucho

Mar dijo...

Si verdad? Yo creo que muchas cosas no las hacemos porque nuestra mente nos lo impide...
Muchas gracias! :D

razy and Free Stylee dijo...

Nos encanta !
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Un beso !

Patt. dijo...

Me encanta leer tus entradas la verdad.. me identifico con alguna de ellas.. :) Si tienes tiempo y sobre todo ganas me gustaría que te pasaras por mi blog, www.theclubpink.blogspot.com