domingo, 16 de enero de 2011

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Su cuerpo. Recorrerlo con sabios besos, sentirle estremecer de placer bajo mi propia anatomía. Palabras sin sentido se escapan en suspiros de sus labios, hinchados y anhelantes de un último roce. Porque ojalá todo fuera tan bonito como él al sentir el éxtasis del placer. Porque ojalá todo fuera tan cálido como sus labios al recibirme. Porque ojalá todo fuera tan dulce como su susurro a la noche fría, hoy más cálida que de costumbre. Ahora, respiro hondo.

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